Mi estudio de grabación (2015-2017)

14.01.2017 02:09
Al fin. Ya puedo decir, alto y claro, que vuelvo a estar plenamente operativo. Tras un año 2016 tortuoso, con traslado de piso, rotura fortuita de micrófono, tabla de mezclas con problemas técnicos irresolubles, falta de tiempo, polvo, cajas, podcast similares a un parto por cúmulos de circunstancias, ordenador totalmente saturado y otros pormenores que no vienen al caso, al fin, recorrida esta senda infestada de espino, he reconstruido mi estudio. Echando un vistazo a este último año, me viene a la cabeza una frase que solía decir mi profesor de música en aquél módulo medio de imagen y sonido que comencé a estudiar y no acabé por quiebra de la academia: cuando se crea un producto musical, su calidad de sonido es equivalente a la peor pieza de la cadena; esto es, de nada sirve que tengas los mejores instrumentos si, en toda la cadena de grabación, mezcla y reproducción, un componente falla o no tiene la calidad exigida. Algo así me ha pasado a mí. Cuando no era una cosa, era otra. Y cuando no era otra, era una. Pero eso se acabo. Al fin.
 
La guinda del pastel llegó ayer mismo por mensajería urgente: una nueva y flamante mesa de mezclas. Sí, es cierto, no es gran cosa, pero más que suficiente para mis objetivos. Vamos, si hasta tiene preescucha, herramienta utilísima en las grabaciones de mezclas a la que yo no había tenido acceso hasta ahora. Con la implementación de este nuevo elemento al estudio de grabación, como he dicho, vuelvo a estar operativo al 100%. Y cómo, pardiez.
 
Habida cuenta que no ha sido el único componente que he modificado desde 2014 -año en el que, artículo mediante, os presenté mi estudio de grabación detallando sus elementos esenciales-, aprovecho la llegada de mi nueva mesa de mezclas para realizar una nueva actualización, en la que aprovecharé, así mismo, para mostraros otras curiosidades de Granollers On Fire. Vamos a ello.
 
Sistema de altavoces compactos HP 2.1(BR386AA)
 
No es ningún secreto para cualquier persona que me conozca mínimamente que me fascinan los animales y que no tengo más mascotas porque mi economía, mi tiempo, mi espacio y la aversión a los lagartos de mi mujer no me lo permiten. Los conejos, por ejemplo, fueron las primeras mascotas que tuve tras mi independencia, y además de ser verdaderamente adorables, dan más compañía de la que parece. Pero son roedores. Y muy hijos de puta. Y a pesar de que tenerlos correteando por el despacho ofrece una imagen simpática, no es muy buena idea. El cableado de mi anterior equipo de sonido cayó víctima de las fauces de Sugus, mi conejo macho.
 
No obstante, el cambio fue a mejor. Este sistema de altavoces HP proporciona un sonido muy nítido y alcanza volúmenes que el anterior equipo de sonido no podía ni imaginar. Subwoofer inferior y dos altavoces superiores a ambos lados de la pantalla. Lo habitual, vamos. En definitiva, estoy muy contento con esta compra.
 
Micrófono Snowball Studio (2015)
 
No os podéis ni imaginar hasta qué punto me rebané los sesos para cambiar de micrófono. Uno de los elementos imprescindibles para mis podcast es el micrófono, pues de nada me serviría buscar canciones a máxima calidad, ajustar volúmenes, ecualización y todo lo que se os pase por la cabeza si cada vez que suena mi voz se escuchan sonidos de fondo, pops, estridencias u otros desagradables efectos secundarios de micrófonos de baja calidad. Pasé nada menos que tres años con mi antiguo AUDIX F50, que pese a todo me dio un gran rendimiento, por lo que la decisión de cambiarlo por otro micrófono era tarea minuciosa. Esencial.
 
Tras muchas vueltas y revueltas por Internet, y más dudas al final que al principio, como se acostumbra, topé con la marca estadounidense Blue Mic. La página web, moderna y accesible, me ofreció numerosos datos a analizar, tutoriales en vídeo, buen feedback por parte de compradores de todo el mundo y mucha seriedad. Dentro de la gama de micrófonos que disponen, y teniendo en cuenta mis posibilidades económicas, me decanté por los Snowballs. Un micrófono de diseño, realmente. Diferente. Y funcional. Una de las mejores características del Snowball Studio es la posibilidad de elegir la dirección de grabación, esto es, omnidireccional o unidireccional; vamos, que si eliges el modo unidireccional, evitas que otro sonido que no sea tu voz, que recibe el micrófono de frente, sea grabada en otras direcciones. Una maravilla.
 
Hercules DJ CONTROL Instinc S (Series 3) (2017)
 
Y aquí llega la joya de la Corona. Sí, ya me diréis que de qué demonios estoy hablando, si es la tabla más modesta que puedes encontrar en el mercado, pero como ya he dicho, para mis objetivos y necesidades cubre perfectamente su papel en esta suerte de obra de teatro. La preescucha ya me ha dado mis primeras alegrías, así como la tarjeta de sonido propia, así como el control táctil de los decks que permite, en función de la presión que ejerzas, usarlos como si de vinilos se tratase. Al final soy hombre de deseos pequeños. Y el genio Hercules suele concedérmelos.
 
Aquí os dejo, así mismo, una fotografía del estudio al completo. Para descanso mental de mi mujer, ya no compartimos despacho, sino que tengo mi propia cueva, lo cual me permite organizarme a mi gusto y deleite. Como veis, tengo mis particulares guardianes a cada uno de los lados de la pantalla: la diosa Ganesha y un velocirraptor. Ambos procuran que no me desvíe del recto camino que en su día tracé para Granollers On Fire, y a fe mía que lo consiguen. Por otro lado, veréis que bajo la pantalla hay un pequeño mando de color blanco con un círculo que describe cambios cromáticos: un controlador de leds. Con el objeto de darle al despacho un toque más psicodélico, o discotequero, he añadido alrededor de la mesa varias láminas de leds que, con la luz apagada, le dan una imagen verdaderamente soberbia y fiestera. Lo sé, tampoco es nada espectacular, sino avío de pobres, pero algo es algo, y más que nada.
 
Y aquí sentado, frente a esta pantalla, me encuentro ahora, redactando este artículo. Mientras escucho mi última píldora. Maquinando, nunca mejor dicho. Dispuesto a plantarle cara a este año 2017 con la espada fuera de la vaina.
Al fin. Ya puedo decir, alto y claro, que vuelvo a estar plenamente operativo. Tras un año 2016 tortuoso, con traslado de piso, rotura fortuita de micrófono, tabla de mezclas con problemas técnicos irresolubles, falta de tiempo, polvo, cajas, podcast similares a un parto por cúmulos de circunstancias, ordenador totalmente saturado y otros pormenores que no vienen al caso, al fin, recorrida esta senda infestada de espino, he reconstruido mi estudio. Echando un rápido repaso a las incontables pendencias de este último año, me viene a la cabeza una frase que solía decir mi profesor de música en aquél módulo medio de imagen y sonido que comencé a estudiar y no acabé por quiebra de la academia: "cuando se crea un producto musical, su calidad de sonido es equivalente a la peor pieza de la cadena"; esto es, de nada sirve que tengas los mejores instrumentos si, en toda la cadena de grabación, mezcla y reproducción, un componente falla o no tiene la calidad exigida: el resultado será equivalente al componente fallido o de calidad infausta. Algo así me ha pasado a mí. Cuando no era una cosa, era otra. Y cuando no era otra, era una. Pero eso se acabo. Al fin.
 
La guinda del pastel llegó ayer mismo por mensajería urgente: una nueva y flamante mesa de mezclas. Sí, es cierto, no es gran cosa, pero más que suficiente para mis objetivos. Vamos, si hasta tiene preescucha, herramienta utilísima en las grabaciones de mezclas a la que yo no había tenido acceso hasta ahora. Con la implementación de este nuevo elemento al estudio de grabación, como he dicho, vuelvo a estar operativo al 100%. Y cómo, pardiez.
 
Habida cuenta que no ha sido el único componente que he modificado desde 2014 -año en el que, artículo mediante, os presenté mi estudio de grabación detallando sus elementos esenciales-, aprovecho la llegada de mi nueva mesa de mezclas para realizar una nueva actualización, en la que aprovecharé, así mismo, para mostraros otras curiosidades de Granollers On Fire. Vamos a ello.
 
Sistema de altavoces compactos HP 2.1(BR386AA)
No es ningún secreto para cualquier persona que me conozca mínimamente el hecho de que me fascinan los animales y de que no tengo más mascotas porque mi economía, mi tiempo, mi espacio y la aversión a los lagartos de mi mujer no me lo permiten. Los conejos, por ejemplo, fueron las primeras mascotas que tuve tras mi independencia, y además de ser verdaderamente adorables, dan más compañía de la que parece. Pero son roedores. Y muy hijos de puta. Y a pesar de que tenerlos correteando por el despacho ofrece una imagen simpática, no es muy buena idea. El cableado de mi anterior equipo de sonido cayó víctima de las fauces de Sugus, mi conejo macho.
 
No obstante lo anterior, que me reportó un cabreo mayúsculo, el cambio fue a mejor. Este sistema de altavoces HP proporciona un sonido muy nítido y alcanza volúmenes que el anterior equipo de sonido no podía ni imaginar. Subwoofer inferior y dos altavoces superiores a ambos lados de la pantalla. Lo habitual, vamos. En definitiva, estoy muy contento con esta compra.
 
Micrófono Snowball Studio (2015)
No os podéis ni imaginar hasta qué punto me rebané los sesos para cambiar de micrófono. Uno de los elementos imprescindibles para mis podcast es el micrófono, pues de nada me serviría buscar canciones a máxima calidad, ajustar volúmenes, ecualización y todo lo que se os pase por la cabeza si cada vez que suena mi voz se escuchan sonidos de fondo, pops, estridencias u otros desagradables efectos secundarios de micrófonos de baja calidad. Pasé nada menos que tres años con mi antiguo AUDIX F50, que pese a todo me dio un gran rendimiento, por lo que la decisión de cambiarlo por otro micrófono era tarea minuciosa. Esencial.
 
Tras muchas vueltas y revueltas por Internet, y más dudas al final que al principio, como se acostumbra, topé con la marca estadounidense Blue Mic. La página web, moderna y accesible, me ofreció numerosos datos a analizar, tutoriales en vídeo, buen feedback por parte de compradores de todo el mundo y mucha seriedad. Dentro de la gama de micrófonos que disponen, y teniendo en cuenta mis posibilidades económicas, me decanté por los Snowballs. Un micrófono de diseño, realmente. Diferente. Y funcional. Una de las mejores características del Snowball Studio es la posibilidad de elegir la dirección de grabación, esto es, omnidireccional o unidireccional; vamos, que si eliges el modo unidireccional, evitas que otro sonido que no sea tu voz, que recibe el micrófono de frente, sea grabada en otras direcciones. Una maravilla.
 
Hercules DJ CONTROL Instinc S (Series 3) (2017)
Y aquí llega la joya de la Corona. Sí, ya sé que me diréis que de qué demonios estoy hablando, si es la tabla más modesta que puedes encontrar en el mercado, pero como ya he dicho, para mis objetivos y necesidades cubre perfectamente su papel en esta suerte de obra de teatro. La preescucha ya me ha dado mis primeras alegrías, así como la tarjeta de sonido propia; y ya no os cuento la virguería del control táctil de los decks -que permite, en función de la presión que ejerzas, usarlos como si de vinilos se tratase-. Al final soy hombre de deseos pequeños. Y el genio Hercules suele concedérmelos.
Aquí os dejo, así mismo, una fotografía del estudio al completo. Para descanso mental de mi mujer, ya no compartimos despacho, sino que tengo mi propia cueva, lo cual me permite organizarme a mi gusto y decorar a mi antojo. Como veis, tengo mis particulares guardianes a cada uno de los lados de la pantalla: la diosa Ganesha y un velocirraptor. Ambos procuran que no me desvíe del recto camino que en su día tracé para Granollers On Fire, y a fe mía que lo consiguen. Por otro lado, veréis que bajo la pantalla hay un pequeño mando de color blanco con un círculo que describe cambios cromáticos: un controlador de leds. Con el objeto de darle al despacho un toque más psicodélico, o discotequero, he añadido alrededor de la mesa varias láminas de leds que, con la luz apagada, le dan una imagen verdaderamente soberbia y fiestera a los mandos de mi nave radiofónica. Lo sé, tampoco es nada espectacular, sino avío de pobres, pero algo es algo, y más que nada.
 
Y aquí sentado, frente a esta pantalla, me encuentro ahora, redactando este artículo. Mientras escucho mi última píldora makinera. Maquinando, nunca mejor dicho. Dispuesto a plantarle cara a este año 2017 con la espada fuera de la vaina.

 

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