Música mágica - Neønymus

13.09.2015 12:10

Etimológicamente, la palabra música proviene del griego antiguo y significa “el arte de las musas”. De hecho, en la Antigua Grecia, no se hacía una distinción entre música, poesía o danza, puesto que se interpretaba que eran diferentes facetas de la más alta expresión humana: el arte. Y no sólo compartían una misma finalidad, sino que tenían el mismo origen, esto es, la influencia de unos seres elementales llamados musas. Utilizando terminología más actual, y más castiza, esta faceta del arte humano tiene duende; que a la postre también se trata de un ser elemental. En el fondo, el concepto ha variado menos de lo que nos creemos.

Por otro lado, la palabra magia proviene de mucho más antiguo. Si bien la palabra ha llegado hasta nuestros días a través del latín, que a su vez la adaptó del griego, la primera referencia que se tiene de esta palabra proviene del sánscrito, una de las lenguas documentadas más antiguas del mundo. Si nos centramos en la voz griega, mageia, esta palabra significa “cualidad sobrenatural”. Hace referencia a hechos que se producen bajo la influencia de seres elementales y que contravienen las leyes de la física; o, por lo menos, las leyes que conocemos.

En definitiva, y a la vista de lo expuesto, parece que cuando utilizo la expresión música mágica estoy cayendo en una tautología. Una repetición innecesaria. Sin embargo, me diréis, qué demonios tiene de mágica una canción de Kiko Rivera o la tristemente famosa canción de Los Burlaos. Y sí, he de daros la razón, algunas canciones adolecen absolutamente de duende, musas, hadas, o de cualquier influencia sobrenatural; de hecho, creo que si alguna vez estos seres elementales han poblado este mundo, han huido como almas que llevan el diablo para evitar su muerte neuronal frente a semejante tropelía musical. Por ello, el matiz es necesario, el adjetivo es esencial para separar el trigo de la paja. Para separar el verdadero arte de una mera sucesión de rebuznos.

La música mágica tiene un componente especial. Algo inexplicable. Una cualidad que nos permite trascender mediante su simple escucha. Un atributo que nos ofrece una experiencia mística. No sólo es capaz de transmitirnos una sensación o un sentimiento, sino que nos traslada a un lugar etéreo, espiritual y misterioso. Verbigracia, Johann Sebastian Bach, con su Jesus Bleibet Meine Freude o con su espectacular Die Matthäus-Passion, nos despierta nuestro receptor metafísico y sobrenatural, aunque no seamos creyentes en la religión católica.

De eso se trata, en definitiva. De tener una experiencia única que trasciende a este pueril mundo terrenal. Y todos tenemos experiencias de estas características en nuestra memoria. Mi experiencia más paradigmática la viví en Asturias, en el pequeño pueblo de Porrúa, cerca de Llanes. Han pasado más de diez años, pero todavía conservo un vívido recuerdo. Agosto, fiestas del pueblo. Plaza del Ayuntamiento. Tras el pregón, en el que autoridades y fuerzas vivas nos emplazaban a disfrutar de las fiestas del pueblo y a controlar la ingesta de sidra, se hizo un silencio sepulcral. Y entonces, villanos y turistas, alcalde y ciudadanos, hombres y mujeres, niños y viejos, comenzaron a entonar la canción de Asturias, Patria querida, con voz grave y profunda, el rostro quedo, utilizando no sólo las cuerdas vocales, sino la propia alma. Quedé absolutamente sobrecogido. La luz crepuscular del atardecer, el ambiente brumoso y una suave llovizna hicieron lo demás. En esos momentos, si prestabas atención, podías ver a las xanas del bosque emerger de los bosques asturianos, podías notar su poder, podías sentir que este mundo es mucho más enigmático de lo que puedas llegar a creer. La magia de la música me embriagó por completo.

El artista que os quiero presentar en este artículo, que bien merece una introducción que fije los términos de la música mágica en su justa medida, no sólo nos ofrece música, sino que, en sus conciertos en vivo, es capaz de recrear paisajes sonoros. Mediante la utilización de la tecnología, por un lado, de instrumentos rudimentarios, por el otro, y a través de introducciones dramatizadas, los conciertos de Neønymus son magia en estado puro.

Vascongado de nacimiento, burgalés de adopción, y visigodo de corazón, Silberius de Ura es el único componente de Neønymus. Y no necesita más. Con su propia voz y el uso de instrumentos de percusión, es capaz de crear una atmósfera inenarrable, utilizando la tecnología de grabación, repetición y superposición en directo. Yo quedé absolutamente prendado de su música cuando, de pura casualidad, di con este mágico artista. Recuerdo que estaba preparando mi artículo sobre Leovigildo y la fundación de Vitoria y, como si el destino en ocasiones nos ayudara a encontrar la inspiración, como si las musas no sólo me influyeran, sino que ejercieran su poder sobre el mundo que me rodea, descubrí la interpretación que realiza Neønymus de un funeral visigodo en la página de Facebook de Carlos Canales.

La belleza de esta interpretación, su fuerza y su atmósfera sepulcral, nos conduce irremediablemente al Toledo visigodo, nos transporta quince siglos hacia atrás, nos hace sentir el dolor de nuestro compañero de batallas fallecido defendiendo al Reino. La magia pasa de nuestros oídos al corazón. Y eso, desde luego, pocos artistas son capaces de conseguirlo. Desde el paleolítico hasta la modernidad, Silverio nos ofrece su particular y mágica visión de la historia de la Humanidad. No deja indiferente, os lo aseguro.

Por ello, mediante el presente artículo, os lo presento, y os ofrezco diferentes maneras de conocerlo en profundidad:

- Podéis disfrutar de la grabación de un concierto completo realizado en el Museo de la España Mágica, en Toledo, en el que interpreta todas las canciones de su último disco. Esencial. Absolutamente esencial.

- Podéis escuchar una entrevista que le hicieron en el magnífico programa de La Escóbula de la Brújula (la encontraréis del minuto 41 al minuto 56 del podcast.).

- Podéis visitar su página web y asistir a los conciertos que interpreta por todo el territorio nacional.

Que las musas os acompañen.

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